jueves, 28 de octubre de 2010

fuera los de fuera (o el mejor relato de la historia universal)


  Un trabajo, eso era, SOLO un trabajo, pero le había arrebatado lo que más quería. A quien quería engañar, eso no era lo que le había quitado la vida a su mujer. Pero si al menos hubiese estado allí con ella… tal vez podría haber hecho algo...

  Su mente no dejaba de cruzar pensamientos a toda velocidad, pero nada de eso ya importaba. El hecho era que su mujer y su hijo habían muerto en el mismo momento del parto y él no había estado allí con ellos. Tantas horas trabajando, haciendo horas extra para terminar este o aquel proyecto. Perdiendo millones de euros para encontrarlos unos metros de fibra óptica más allá. Tantas risas y copas de pacharán los jueves por la noche… todo eso no había hecho sino engordar absurdamente su cuenta corriente, pues lo único que necesitaba para vivir lo había perdido en un suspiro… “y yo no estaba allí” se repetía una y otra vez.

  Aquella mañana se fue como tantas veces a trabajar tras un duro fin de semana. Apenas unos metros antes de entrar por la puerta de Coritel notó un dolor en los pies “pie derecho con zapato izquierdo… eso no está bien Tito. AH! NO solo eso sino además la americana tiene las costuras por fuera”- esgrimió una sonrisa y se dijo a sí mismo- “maldito John Cor! Realmente estas consiguiendo que me supere”. Un lunes que empieza bien y se trunca apenas llegado el mediodía, pues de vuelta a casa para comer encuentra una patrulla de la guardia civil en el portal de su finca. “esto no me huele bien” pensó- y no iba nada mal encaminado-

- Es usted Vicente Carreño?
- El mismo que viste y calza – contestó Tito tratando de quitarle hierro al asunto.
- Lamento tener que informarle de que su mujer ha tenido un parto prematuro… cuando ha llegado la ambulancia era demasiado tarde… no se ha podido hacer nada por ella ni por su hijo…
- Cómo? Pe-pe-pero eso no puede ser!! Está usted seguro? – no podía creer lo que escuchaba, o mejor dicho no quería creerlo. Sabía que algo iba a suceder desde que se levantó por la mañana, y aún así…
- Por favor si quiere puede acompañarnos para identificar los cuerpos sin vida…
- Si fuesen tan amables de darme un número de teléfono les llamaré esta tarde, ahora SOLO quiero estar SOLO.

   Y así fue como Tito descubrió que su vida había terminado. Ya nada tenía sentido pues no volvería a sentir los suaves labios de P. Illis, ni el calor de su cuerpo desnudo, no volvería a ver su lacia melena tocada por el fuego, ni aquella pecosa y dulce sonrisa. Todo aquello se había ido para siempre, así como estaba a punto de hacer él. No tardó ni tres segundos en darse cuenta de lo que tenía que hacer. Saldría rumbo a Cuba inmediatamente, donde otros habían encontrado una nueva vida él encontraría la muerte y, aunque había tomado la determinación de hacerlo, no correría descontroladamente hacía ella.

   Tomar un avión no era una opción, la simple idea de morir ahogado en mitad del océano le hacía hiperventilar. Aunque podría ser peor, caer en una isla desierta para terminar muriendo en una alfombra roja a manos de un francotirador… Eso no iba a suceder, tomaría un barco y para ello debía partir de inmediato rumbo a Galicia. Previo paso por un estanco para comprar “miles” (de pitis, por si alguno aún no sabe que a V. Carreño le encanta fumar), emprendió su viaje al volante de su flamante C5’us, que bien podría haber pensado más de uno que era un ferrari a juzgar por la velocidad a la que circulaba, ya que debajo de aquella gruesa capa de mugre podía esconderse cualquier cosa.

  En menos de seis horas se encontraba deambulando por las calles de Vigo, y es que nuestro intrépido, a la par que desgraciado, protagonista hizo el viaje del tirón sin parar, sin para ni a mear. Era bien entrada la noche y decidió que esperaría a la mañana siguiente para buscar un barco que zarpara rumbo sudamérica. “Me encantaría meterme cocaína” pensó, y acto seguido se encontró un camello andando por la calle. Miró al cielo como si alguien lo hubiese puesto ahí tras su mística petición y decidió acercarse para entablar conversación:

- A juzgar por tu atuendo yo diría que eres el típico camello gallego, verdad?
- Anda gilipollas, bastante tengo con no haber conseguido nada mejor que esta mierda de curro como para que vengas tú a tocarme las pelotas. Si compras un paquete de Camel te regalo un mechero, es todo lo que puedo hacer por ti.
- Vamos que no eres más que un pringao disfrazado de camello. Vaya decepción tronco, yo pensaba que lo típico en Galicia eran los camellos que regalaban cocaína…
- Mira capullo si fueses otra persona ya te había untado a palos, pero debe ser la cara de FEO que tienes que me has caído bien. Si quieres pillar cocaína entra en aquel bar de allí y dirígete al tipo más peculiar que veas.

  No cabía lugar a dudas, aquel hombre solitario de larga y enredada barba con una cinta en la frente y un parche en el ojo, que llevaba tirantes sobre camisa grisácea llena de lamparones y remiendos. Aquel que sostenía una pipa cansinamente con los dientes y que mostraba un elegante bastón apoyado en el lateral de la mesa, aquel debía ser el hombre indicado.

- Disculpe, ¿es usted el camello del lugar?
- A juzgar por los negocios que me traigo entre manos se podría decir que sí, lo soy. Al igual que podría decirse que es usted gilipollas.
-V. Carreño encogió los hombros a modo de respuesta-
- Dígame joven,¿qué se le ofrece?
- Bueno, la verdad es que me gustaría comprar algo de “cocaína de la buena”, ¿sabe?
- Con que cocaína de la buena, ¿eh? Entonces está usted ante la persona indicada, pero dígame una cosa… ¿qué entiende usted por “cocaína de la buena”? ¿no está al tanto de que en Galicia SOLO tenemos buena cocaína?
- Bueno, es una manera de hablar, nada más. La verdad es que después de los últimos acontecimientos necesito enzarparme como un pollo a su polla.
- De verdad que a cada palabra que escupe me reafirmo en mi convencimiento de que es usted subnormal, aún así, y creo que debe ser por la cara de FEO que tiene, he decidido ofrecerle un buen trato.

  Un intento de respuesta a modo de gesto facial, una mueca, media sonrisa, intento fallido de enarcar las cejas. Nada. Mientras tanto el peculiar camello se mesaba la barba en espera de algo, tal vez una respuesta, un gesto. Al ver que nada de esto sucedería, y tras un suspiro de conformismo y paciencia, decidió emprender de nuevo la conversación.

- Noto en su gesto algo de ansiedad, tal vez desesperación. Usted no necesita “cocaína de la buena”, lo que necesita es un poco de mandanga y eso es justo lo que voy a ofrecerle, a muy buen precio por cierto.
- ¿Pero qué cojones estás diciendo, tío? Yo lo que quiero es un poco de zarpa, nada más. ¿Qué mierda es la mandanga esa?
- Sé que es usted un tipo duro, de esos que gozan de un poco de coca de vez en cuando. Pero le aseguro que con tan SOLO un par de rayas de mandanga va a experimentar sensaciones jamás antes imaginadas, como si su cuerpo se fundiera con la atmósfera, percibirá el entorno de modo químico y no sensorial como estamos todos acostumbrados.
- Joder que guapo, hablas igual que Punset tío. Dame la jodida mandanga a la orden de ¡ya!
- Tenga joven, aquí tiene un poco de mandanga. SOLO le costará 50 euros, pero le advierto, procure no excederse con la dosis o se arrepentirá.

  Antes de que el hombre terminase la frase V. Carreño ya había depositado un billete de 50 euros en la mesa, alcanzado la bolsita de mandanga y desaparecido a toda prisa por la puerta del bar. Ahora solo necesitaba de un lugar algo tranquilo y discreto donde poder meterse un poco de esa maravillosa… mandanga. Solo de pensarlo le caía la babilla por la comisura de los labios.

  Pocos metros tuvo que recorrer hasta toparse con aquel maravilloso parque, frondoso y oscuro parecía el lugar perfecto para meterse. ¡Joder! V. estaba realmente ansioso por erosionar sus fosas nasales con aquella mierda, un polvo suave, casi blanco pero con un leve matiz azulado, la verdad es que sería digna droga para un pitufo. Apenas se había adentrado unos metros en el parque, y sin casi tiempo para sentarse en el primer banco que encontró, ya había arrancado el fleje que actuaba de cierre para acercar la punta de su nariz y esnifar como un maldito cerdo. Esperó un par de minutos en busca de algún tipo de efecto ultrasensorial, pero al ver que nada sucedía, decidió terminar el resto de la bolsita al modo tradicional delineando unas azuladas rayas sobre su mugrienta cartera de cuero. Un billete de 100 euros haría el resto. Sentado sobre el banco continuó la espera, fumando miles de pitis como no podía ser de otra manera.

  Media hora sentado, frente a sus pies casi veinte colillas. Abrió otro paquete, siempre tenía miles. Levantó la vista para darse cuenta de que se encontraba en un bosque al parecer sin final – pero que cojones… parque… bosque… parque… - Puso una mano frente a sus ojos sosteniendo un piti incandescente, lo movía en círculos para crear aros de fuego. Comenzó a percibir nuevos olores, ruidos. Podía sentir como ardía el tabaco en cada calada. Las luces se acentuaban creando una atmosfera mística. Sentía a cada segundo como su cuerpo se disgregaba fusionándose con todos aquellos pequeños elementos, antes invisibles, que conformaban su entorno más inmediato. Empezó a sentir placer en su soledad. Empezó a percibir cuerpos más lejanos. Empezó a moverse casi sin esfuerzo, como flotando, a mayor velocidad, o a menor, el tiempo y el espacio no tenían la misma magnitud que antes.

  De repente se encontró rodeado de gente. Sonidos de percusión tribales inundaban sus oídos. Su cuerpo se desplazaba entre amasijos de gente danzando aquí, bebiendo allí, fumando en todas partes. La marihuana penetraba en su organismo, se sentía como en casa. Los aborígenes del lugar practicaban danzas a modo de ritual. Ritmos africanos cada vez más intensos. V. en el centro, foco de atención de todos. Rodeado de lugareños. Sonido de tambores. Aborígenes danzando a su alrededor, desplegando los brazos delante y detrás, apuntando hacia él. Gritos al unísono de los que se podía rescatar algo para el oído- ¡Fuera los de fuera! ¡Fuera los de fuera!- V. sentía como su cuerpo se contraía. Se sentía ajeno, amenazado. Sus células se apretaban unas con otras. El miedo era una enorme burbuja gaseosa que le aprisionaba. Un grito estertórico surgió de lo más profundo de sus entrañas. Una explosión. Salió corriendo, pero le seguían. No dejó de correr. El bosque no terminaba, cada vez más denso, cada vez más oscuro. La burbuja de miedo se hacía más densa a su alrededor. Sentía que se movía pero no se desplazaba. Los gritos a su espalda parecían reverberar. Seguía corriendo.

  Tembloroso y encogido en un oscuro rincón. Árboles y rocas, tal vez un pequeño risco. Tampoco importaba. El ruido había cesado, ya no le seguían. Pero el miedo ocupaba cada vez más espacio a su alrededor. Apenas podía ver o escuchar fuera de esa oscura y densa niebla que le perseguía y abrazaba. Había llegado el momento. Pistola y bala. El pulso le temblaba. Apenas conseguía encañonar el revólver en su boca. Cerró los ojos tan fuerte que le dolían los parpados. Una música le impidió apretar el gatillo. Una vibración en su bolsillo. Descolgó el teléfono– ¿Tito? ¿Dónde estás? Soy yo, ¡Pili! Estoy bien, ¡el niño está bien! Era solo una broma por haberte fumado mi paquete de reserva. Vuelve a casa… ¡¡por favor!! – Un largo silencio, que pudieron ser segundos o años. Una voz débil y oscura salió de su garganta mientras una lágrima corría por su mejilla – Demasiado tarde… el niño vive, el viejo muere…–


FIN

miércoles, 27 de octubre de 2010

Canción del anuncio de calcedonia

Bueno supongo q todos habeis visto el anuncio de calcedonia y por si a alguno le ha gustado la cancion de la misma foma q a mi, os dejo aqui el video.
La cancion realmente es vieja y de un tal Billy Joel, pero esta version mola mas aunq sea una cancion un poco moina.

lunes, 25 de octubre de 2010

ciencia y arte

Ya sé que tengo que terminar el rela-tito, pero es que me da mucha pereza, no se me ocurre manera de terminarlo sin escribir cinco o veinte folios más y ultimamente estoy muy perro, pero prometo terminarlo.

Bueno, mientras tanto os comento algo interesante que vi ayer en "la 2", y es que pensaba enviarselo a Omar por mail, pero luego he pensado que tal vez sería interesante compartirlo con todos por aquí y así, de paso, lo tengo "guardado" para poder verlo otra vez cuando me salga del ana-cardo. Procedo a continuación a colgar el último capítulo de redes 2.0 que emitieron anoche (al parecer ahora lo hacen de 21.30-22.00), que trata sobre la neurociencia y el entrenamiento del cerebro.




Pero no quedó ahí la cosa. Justo a continuación hicieron una peli/documental sobre Dalí, un tío muy loco pero muy artista. El caso es que lo vi sin prestarle mucha atención pero estaba muy interesante el enfoque que le dieron, ya que lo centraron en la relación que exisitia entre la obra de Dalí y de los cientificos de su época. Explicaba que Dali estaba muy interesado en la física cuantica y el psicoanalisis en sus inicios, y en el ADN más adelante (recordando que eran descubrimientos de la misma época). Bueno, el tema es que el cabron estaba muy rallado, pero podría haber dado mucho juego en uno de nuestros botellones sobre la evolución y todas esas mierdacas que soltamos por la boca. Pues eso, si os apetece lo buscais por ahí que está muy interesante.